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El pasado 20 de abril falleció a los 93 años Antonio Vázquez Fernández, sacerdote mercedario, catedrático emérito de Psicología de la Universidad Pontificia de Salamanca, fundador de la Psicología de la Religión en España, y quien introdujo por primera vez la psicología de C. G. Jung en la universidad española. Fue impulsor de la creación de la Facultad de Psicología de la Universidad Pontificia de Salamanca, siendo después profesor y Decano, maestro de cientos de alumnos de Psicología de toda España.

Antonio Vázquez Fernández

Ha sido un excelente conocedor y divulgador de la psicología analítica de C. G. Jung y dirigió numerosas tesis doctorales sobre la materia. También conocía profundamente las investigaciones de James Hillman, Erik Erikson, Willian James, Freud y Jung.

Sus libros más destacados son:

  • Psicología y Pensamiento Existencial (Madrid, 1963)
  • Psicología profunda y ética (Universidad de Madrid, 1970)
  • Freud y Jung: dos modelos antropomórficos (Sígueme, Salamanca, 1981)
  • La Psicología de la Personalidad en C. G. Jung (Sígueme, Salamanca, 1981)
  • Notas para una lectura de las «Moradas» de Santa Teresa, desde la Psicología Profunda (Universidad Pontificia de Salamanca, 1982)
  • Freud y Jung, Exploradores del Inconsciente (Cíncel, Madrid, 1986)
  • La psicografía en C.G. Jung (en colaboración) Psicografías Dinámicas (Universidad de Salamanca, 1989)
  • Antropología Analítica en C. G. Jung (en colaboración)
  • Nuevas Antropologías siglo XX (Salamanca, 1994)

No fueron muchas las oportunidades que tuve de estar junto a él, sin embargo, en los momentos que compartí supe de su paz interior. En el año 2006 vino a Madrid invitado a la inauguración de un curso sobre Psicología Analítica, que yo impartía en la universidad de Alcalá. Como buena anfitriona me ofrecí llevarle en coche hasta la casa de un familiar, donde le esperaban a comer. Gracias a mi mala orientación, estuvimos dando vueltas, más de una hora, perdidos en un laberinto de calles, el tiempo parecía haberse detenido ya que nunca alcanzábamos el centro. La atmósfera en el receptáculo que compartíamos fue siempre de serenidad, calma y paciencia lo que me ayudó a sobrellevar la vergüenza que mi torpeza me producía. Ese momento permanece nítido en mi memoria.

Descanse en paz, Profesor.
Dra. Rebeca Retamales Rojas